CHARRUA 0-0 FUNE



Nuevo DT, el mismo Córdoba


Fue igualdad en cero del Charrúa frente a un ordenado Midland, que con empeño y orden también se llevó un empate del Gabino.

Apresurado, debería ser el título de este segmento, tal vez maniatado por la situación semanal (otra vez que se cambia de entrenador en el presente ciclo) que lo sigue privando al Matador, de una sonrisa permanente.

Cuando arrancó esto, todo era ilusión y esperanza, hoy la realidad y el optimismo van por caminos netamente separados.

No precisamos ni venderles humo a los hinchas, siendo exageradamente optimistas, ni tampoco entregar el peor de los conceptos en referencia a lo que ha sido el trámite del encuentro contra el Funebrero de Mariano de la Fuente. Solo reconocer que un punto, en las condiciones que se preparó el pleito ( un día y medio para entrenar, y a la cancha…), no es tan malo, y además con el tenor de las ausencias con que se encontró Marcelo Vaquero a raíz de las expulsiones de varios de los siempre titulares.

Ya escribimos sobre la llegada del DT, ya opinamos sobre la ida de Palma, y además, no precisamos llegar hasta el final del torneo para darnos cuenta que las cosas se han hecho muy mal. Por eso se está como se está. Ha sido, lamentablemente una constante de los últimos años de CC.

Y el simpatizante se acostumbró a sufrir, no para de trazarse objetivos a corto, diría cortísimo plazo, ya que no se sabe que puede pasar con quien es entrenador de turno.

Ni en el mas pisoteado escenario del Fútbol Argentino se vive como se vive en el querido Central Córdoba, ete aquí las reconocidas inseguridades de los jugadores dentro de la cancha. Y como sabemos que quienes leen los post partidos son gente inteligente, sabrán uds. que no es fácil digerir un cambio de rumbo, de táctica, de ideas, de costumbres dentro del vestuario, etc, sin que ello provoque una crisis como la que se vive. Es decir, como hacemos mención de una cosa, también le otorgamos el merecido respeto y crédito a los futbolistas, los que nos alegraron tantas tardes, cuando la vida se miraba con otros ojos.

Simple y llanamente, un empate que divide claramente los momentos de los contendientes, en la etapa inicial fue algo más lógico el trámite. El vértigo fue moneda corriente de parte de los dos, y ambos tuvieron chances de riesgo en su favor, entonces hubo equipo que aparecía de a ratos, con intermitencias, y apabullaba cerca del área de Darío Barrera, pero que cuando se acercaba al arco, se nublaba y no podía ser letal. Le ocurrió a Figueroa, desesperado por marcar su gol, y hasta a Tate Lescano, inseguro con el balón y dejándose absorber demasiado por los centrales ( Néstor García y Luís Miranda) de la visita, entonces había que encontrar alternativas para que De Bruno pudiese descargar pensando en el arco enemigo sin que el experimentado Carlos Bataras corte y maneje la situación de dicho sector, y no obligarlo a lateralizar exageradamente el juego.

Son detalles que fueron marcando la tendencia del partido. Y a todo esto, dio la sensación de que el que marcaba el gol, se quedaba con todo, a pesar de que en el fondo a ninguno le sobraba nada, y que ante la mínima exigencia del rival, todo el mundo entraba en cólera. La última apreciación le cupo a los dos por igual.

Se fue la etapa inicial, entre buenas intenciones nunca concretadas, y las ganas de un Charrúa que chocó con la experiencia de su rival, un equipo de gente grande, que aunque a lo mejor no lució, por momentos impuso respeto.

Ya en el segundo período, las cosas no variaron en demasía, y Villagra comenzó a generar por derecha algo más de preocupación sobre Leandro Pérez, y hubo buenos encuentros con Figueroa y Lescano, también De Bruno, aunque en cada contragolpe Midland también insinuaba algo de peligro con la viveza de Cérica y las escapadas de De Santis.

Córdoba cometió demasiadas infracciones cerca del área de Leguizamón, y en uno de los tantos centros de los de Libertad, el mismo 9 estrelló su toque de zurda en el travesaño de un Leguizamón que poco pudo hacer en esa situación.

En efecto, el partido fue vertiginoso, desordenado, e incierto hasta el final por causa del resultado pero disputado lealmente por ambos, es por eso que repartieron un puntito, y nada más.

Vaquero introdujo variantes, e hizo aparecer en escena a Maxi Kaputensky, y aunque en las tribunas se preguntaban ¿Quién es el 18?, fue incisivo y participó mucho. También Salinas, que tuvo dos clarísimas y otra vez no pudo, y Bertollo, que en menor medida, pero aportó experiencia y solidaridad. Algo es algo.

Una etapa plagada de incertidumbre dicen unos, tiempos de cambios dirán otros, y dentro de esos ítems, no la pasa para nada bien Central Córdoba, que se olvidó de marcar goles y de ganar, que se alejó de la lucha directa por el ascenso y que pretende encausar el rumbo hacia el reducido al menos. Claro para que ello ocurra el nuevo DT deberá encontrar el ambiente necesariamente adecuado para trabajar en paz, y con el plantel que hay, tirar hasta el final del torneo.

La igualdad no estuvo mal, comparando lo que fue el trámite en los dos tiempos.

Con nuevo DT, hemos visto al Córdoba de siempre.
Gabriel Orellano