LINIERS 1 - 3 LAMADRID


Así empezó Liniers el campeonato. Con el pie izquierdo. Con una derrota en su cancha ante General Lamadrid, que regresó a la categoría luego de su breve lapso por la BMetropolitana. Un traspié que, si bien no es para tomárselo tan a la tremenda, ya que se trata de la primera fecha, es un llamado de atención a lo que quizás pueda llegar a ocurrir en lo sucesivo.

Hubo demasiadas ganas. Quizás por ello se jugó sin pausas, sin frenos y sin poder parar la pelota para pensar un poquito cómo había que llegar al área adversaria.

Liniers presionó a Lamadrid en la mitad del terreno. Pero el conjunto visitante le devolvió, cuando pudo, la idea. Y también presionó. Aunque, claro, con una ventaja, salió mejor, más rápido, con mayor precisión, al ataque. Marcó bien allí, en el medio. A Cuevas, a Argüello, a Stansiola. Al único que dejó libre fue a Romero.

Es Romero precisamente, el único de los volantes del “Celeste” que tuvo movilidad. Al producirse una lucha en el medio él sobresalió interceptando en el centro y también por los laterales. Pero, con la pelota a su disposición es otra cosa: al fin, no es lo que se dice “un virtuoso”. Hace lo que puede. Y lo hace muy bien. Como nadie. Pero no resulta como salida.
Cuevas no pudo realizar el despliegue que con chispazos de calidad nos exhibió la temporada pasada. Argüello y Stansiola, con algunos arranques mostraron su calidad. Aunque no a pleno todavía. Creemos que juntos pueden aprovechar la explosión.
Tomasone recorrió todo el frente de ataque. Y Rizzo tuvo que retroceder algunos metros para propiciar algunos encuentros. Porque la pelota no llegaba. O llegaba mal. Y tampoco tuvieron mucha libertad Figueroa y Acosta para la partida. Es que la visita colocó hombres en las puntas para obstaculizar el despegue. O para dificultarlo. Pasado el cuarto de hora, el “Carcelero” ya era más de lo que algún desavisado hubiera imaginado. La “Topadora” empezó a confundirse y el rival a acertar. En dos ocasiones, Saranzotti había intervenido eficientemente ante sendos remates de Alberto Martínez y Matías Giménez. Pero resultó imposible detener el certero disparo de Giménez dentro del área, tras recibir un largo pelotazo a espaldas de Acosta. Transcurrían veinticinco minutos y Lamadrid empezaba a justificar su leve superioridad. Muy pronto, cinco minutos más tarde, extendió la ventaja a dos goles. Con una fórmula similar: pelotazo en profundidad para Martínez (esta vez por el sector izquierdo de la defensa), que definió con un remate cruzado. Rápidamente Liniers se volcó en ofensiva. Ezequiel Argüello ejecutó un tiro de esquina y César Acosta ganó en lo alto pasando el balón bastante cerca de uno de los ángulos. Pero enseguida contestó Lamadrid y el travesaño salvó la caída de la valla. Claramente, los de Villa Devoto contaron con acciones riesgosas en los primeros cuarenta y cinco minutos. Además de las mencionadas hubo una más a sólo un minuto de que culmine la etapa. Fue la que tapó nuevamente Daniel Saranzotti a Hernán Salazar, tras un forcejeo del delantero de “Lama” en el área penal.

En el complemento Liniers mejoró un poco. Al menos se notó un crecimiento. Porque se adelantaron un poco los volantes (en especial Leandro Aversa, que había reemplazado a Cuevas desde el arranque). Y se colocó otro delantero: Milton Martínez Barros sustituyó a Stansiola, que debió salir por precaución al haber recibido un fuerte golpe en el nervio ciático. A los cinco minutos Liniers logró descontar y poner en vilo a todos los presentes. Ezequiel Argüello convirtió su primer tanto con la casaca “celeste” mediante un tiro desde el punto penal. La infracción se la cometió Eric Herensperger a Guillermo Amelotti. A partir de ese instante Liniers recobró la esperanza de llegar a la igualdad. Enseguida se produjo un cambio en el elenco visitante. La salida del buen mediocampista Matías Giménez fue un elemento probatorio del cuidado que tomó Lamadrid en el cotejo. Que no se decidió a ser tan profundo como en la etapa inicial. Sí estuvo bien parado. Instalado en su fútbol. Prudente. Como si estuviese caminando con pies de plomo. Por ello, el que atacó en ese lapso fue Liniers. Con las incomodidades del caso. Pero con la insistencia con que lo había hecho Lamadrid en la primera parte. A esa altura teníamos en claro la diferencia. Liniers, con vehemencia, conseguía llegar al área adversaria. Pero allí se perdía. Lamadrid era lo opuesto. Con calma lograba incomodar al “Celeste”. Y en el área denotó su eficacia. La visita definió el encuentro cuando transcurría el minuto veintidós: un largo envío hacia el borde del área penal tenía como destinatario a Salazar que estaba estacionado por el sector derecho del ataque. Allí cabeceó la pelota, que al tocar en la humanidad de Amelotti, le quedó servida a Martínez para que el goleador de la tarde, aún sin impactar bien el esférico, decretara el tres a uno que a la postre fue el resultado final.

Luego hubo algunos arranques pero solitarios. Que no alcanzaron. Y al seguir abajo en el marcador todo se hizo cuesta arriba. Es natural. Las que tendrían que salirle a Liniers le salen a Lamadrid. Que ganó. Y bien. Haciendo mejor las cosas.

Como era de esperar, el público se fue desilusionado. El “Celeste” no ha tenido éxito en su debut oficial. Se sigue armando. Y se seguirá armando durante el campeonato. No queda otro remedio.
Héctor Quatrida